Hiroo Onoda, el soldado que luchó 30 años

Hiroo Onoda, el soldado que luchó 30 años

El pasado 16 de enero en Tokyo murió a los 91 años de edad Hiroo Onoda, el último soldado del emperador japonés que siguió luchando por su país escondido en una selva de Filipinas 30 años después de terminada la II Guerra Mundial. La única forma como lograron detenerlo fue llevando a la isla a su superior a cargo que 30 años antes le había dado instrucciones de nunca rendirse.

 

Por las películas y videojuegos de la II Guerra Mundial uno tiende a hacerse la imagen que los soldados japoneses de ésa época son unos fríos personajes que nunca aceptan rendirse o ser derrotados, peleando hasta el final. Sin embargo, muchas de las cartas y testimonios personales de soldados, marinos y aviadores de la tokkotai ( como los japoneses llaman a los kamikazes) muestran el mismo miedo y desesperación que cualquier persona podría llegar a sentir en una situación como la que se encontraban.

 

Entre lo que los hizo ser tan temidos fue la implementación del código del bushido y el lema de nunca rendirse, llevándolos a cometer tremendos excesos y una horrible deshumanización en la forma de hacer la guerra (Hechos que en su mayoría ya conocemos). Es así como llegamos a la historia de Hiroo Onoda

 

La historia de Onoda en la selva

Hiroo Onoda soldado japones 30 años en Vietnam

Imagen tomada de El País

 

A sus 20 años Hiroo Onoda se enlistó al ejército y luego de ser instruido como oficial de Inteligencia, en diciembre de 1944 fue enviado a la isla de Lubang, en las Filipinas, con orden de impedir la caída de ésta en manos del enemigo, sin rendirse o quitarse la vida.

 

Cuando los aliados llegaron a la isla, el teniente Onoda y otros tres soldados japoneses se escondieron en las colinas. En su tiempo en la selva lograron dar de baja a 30 habitantes de la isla. Onoda y sus compañeros recibían varios panfletos donde se les informaba de la rendición japonesa y que la guerra había acabado, pero no les prestaban atención porque pensaban que eran mentiras, que eran propaganda enemiga.

 

En 1972, Onoda se quedó solo, tras la muerte de sus compañeros en encuentros con la policia local o filipinos. En febrero de 1974, (mucho después de haber sido declarado muerto en 1959) Onoda se encontró con un viajero japonés que tenía en su agenda encontrarlo a él. Onoda no se rindió a pesar de ésto, por lo que el Gobierno de Japón tuvo que llevar a su superior, el mayor Taniguchi a Lubang, el 9 de marzo de 1974, para lograr que por fin se rindiera.

 

Onoda regresó al Japón siendo recibido como un héroe siendo el último de los soldados japoneses que se encontraban en servicio hallados (hay rumores de otros).

 

¿Cómo sobrevivió tantos años en la selva?

Hiroo Onoda regresa a japon despues de 30 años en Vietnam

Fotografía tomada de El País

 

A su regreso, Onoda no se encontraba cómodo en el Japón moderno y emigró a Brasil a dedicarse a la ganadería. Después volvió a su país y montó una escuela donde enseñaba técnicas de supervivencia a los jóvenes. Durante su estadía en la isla, se alimentaba principalmente de plátanos hervidos, cocos, del arroz que podía robar y de una que otra vaca que cazaba.  Hacía sus propias sandalias y cuidaba mucho su ropa, de tal forma que cuando lo encontraron mantenía su gorra y su uniforme (claro que bien remendados jeje). Mantuvo una muy buena salud y sólo se enfermó una vez en treinta años. No perdió ninguno de sus dientes, siempre se los lavaba.

 

"Era un oficial y recibí una orden, si no la hubiera cumplido me habría avergonzado", explicó de su actitud Onoda en una entrevista. La experiencia de éste rambo japonés nos muestra hasta qué punto llegó la fanatización del soldado japonés. Es de admirar (ojo, a pesar del contexto, no estoy de acuerdo con las guerras) la tenacidad, el espíritu de entrega y resistencia de combatientes como Onoda.

Ilustración por David Brun

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